
En materia de inclusión crediticia, poco más de uno de cada tres adultos colombianos tiene un producto de crédito vigente.
El más reciente Reporte de Inclusión Financiera de la Superintendencia Financiera y la Banca de las Oportunidades registra que el 92,3 por ciento de los adultos, esto es unos 34,7 millones de colombianos, contaba al final del año pasado con al menos un producto de depósito, transaccional o de crédito.
Este indicador reporta más de 1,2 millones de aumento en comparación con el 2021 y refleja que el acceso a financiamiento ha retornado a los niveles previos a la pandemia del coronavirus, tras dos años de deterioro.
En materia de inclusión crediticia, poco más de uno de cada tres adultos colombianos tiene un producto de crédito vigente y aún no se regresa a los índices registrados antes de la irrupción de la covid-19. Este reporte de inclusión financiera se presenta en momentos en que el Gobierno Nacional ha incluido la llamada ‘economía popular’ en el Plan Nacional de Desarrollo como un motor de crecimiento y promoción de las unidades productivas de baja escala.
Más allá de las discusiones sobre las definiciones del universo que cobija a la ‘economía popular’, lo cierto es que tanto la inclusión financiera como el acceso al crédito productivo constituyen herramientas vitales de financiamiento para esta población. Desde hace ya varios años el sistema financiero colombiano realiza esfuerzos no sólo para aumentar la bancarización de la población nacional sino también llegar con una red de unos 427 mil puntos de atención en el territorio colombiano.
No será un camino sencillo lograr que las unidades productivas de baja escala eleven de forma considerable la recepción de créditos, en especial, por ejemplo, con las especificidades de la ruralidad.
Las discusiones de la reciente Convención Bancaria, en la cual varios paneles fueron destinados justamente a debatir la conexión entre el sistema financiero y la ‘economía popular’, identificaron retos como las garantías, los costos y la formación del precio del servicio, el uso de la tecnología y la sostenibilidad del crédito, entre otros.
Aún resta mucho por definir, diseñar y experimentar con productos de crédito con énfasis productivo a estos pequeños negocios.
Fuente:https://www.portafolio.co/opinion/francisco-miranda-hamburger/inclusion-y-economia-popular-retrospectiva-584555